Una Bonita Tarde de Carnaval

Por Máximo de la Rosa Alcántara

Tal vez sea demasiado pretencioso decir carnaval si hacemos comparaciones con otros pueblos dominicanos donde se dedica mucho tiempo y recursos para montar festejos que a veces se
extienden por varias semanas, pero dice un refrán que “cada quien se arropa hasta donde su sábana alcance” y nosotros, en Padre Las Casas, tenemos que llamar carnaval a todo lo que tenga que ver con disfraces o vestir fuera de lo común, y es eso precisamente lo que ha ocurrido la tarde de este domingo 27 de febrero, fecha que coincide con la celebración de los 167 años de independencia nacional.

El parque central fue el principal escenario carnavalesco. Los chiquillos, acompañados de sus padres, comenzaron a llegar temprano de la tarde, haciendo galas del disfraz que habían logrado ponerle en la casa y comenzó el corre corre de los enmascarados que, “fuete ” en mano, hacían reír a unos y llorar a otros, mientras los más osados desafiaban a los comparseros gritándoles “mascaritas tira pun, que si te abaja te lo bip”.

El primer atractivo fue la presentación del Batón Ballet municipal que volvió a lucírselas, con nuevos pasos, nuevas caritas y mucho más entusiasmo. Pena que solo pudieron verlo los que
llegaron temprano. El parque se llenó como en sus mejores tiempos y los caritas pintadas y los
disfrazados se pavoneaban orgullosos de ser vampiro, pistolero, cocodrilo, bruja, mosquetero,
gitana y una gran variedad de disfraces ya tradicionales, pero atractivos y apropiados para la
ocasión. Los que no pudieron comprar un atuendo especial, se las arreglaron para buscar en su
casa lo que fuera para llamar la atención.

Y llamó mucho la atención un grupo de caballeros que, montando sus caballos, hicieron su acostumbrado desfile, después de lo cual parquearon sus monturas al lodo del parque. Comenzó
la gente a pedir que los montaran, que les dieran una vuelta, móntame a este niño… pues bien, a
uno de los caballeros se le ocurrió cobrar por el servicio y de pronto se convirtió en un negocio que duró hasta la noche. El concho a caballo. Una vuelta al parque por diez, veinte o veinticinco pesos, solo o acompañado del jinete, según la petición del usuario del novedoso caballoncho.