Vuelve La Calma A Casa De Las Lagunas.

Durante 10 días los señores Don Alfredo Alcántara y Doña Marina de León vivieron momentos de intranquilidad cuando los objetos de su casa eran lanzados al piso sin una mano visible que cometiera el hecho.

Según testigos oculares (consultados por nosotros) las carteras, libros, lámparas, frascos de medicinas y otros objetos eran lanzados por los aires y caían al piso donde los que eran de cristal se rompían en mil pedazos. También las ropas femeninas (vestidos, faldas, blusas) eran cortadas en pedazos.

Fue tanto el jaleo ocasionado por este fenómeno que la casa fue visitada por decenas de personas de diferentes partes del país (San Juan de la Maguana, Las Matas de Farfán, Bonao, Santo Domingo etc.), por monjas y sacerdote, religiosos y todo el que pensaba que podía ayudar con oraciones y rezos.

La noticia llegó lejos y medios televisivos fueron al lugar a recoger la noticia la cual fue transmitida por radio y televisión.

La Voz Tubanera se trasladó al lugar de los hechos con el fin de contactar las diferentes versiones y edificar a nuestros lectores sin apasionamiento y a la luz de los hechos. Pero resulta que cuando llegamos y gracias a Dios todo estaba en calma. Preguntamos a los señores y nos contaron lo siguiente:

“Durante diez días vivimos momentos de mucha intranquilidad aunque nunca tuvimos miedo, porque las cosas nos caían en el piso sin saber de donde venían ni quien las tiraba. Rompieron mucha de mi ropa (dijo la señora) la picaban con unas tijeras, la manguera del tanque del gas la cortaron por dos ocasiones y teníamos que apagar corriendo la estufa. Muchima gente de todas partes venían a ver y en su presencia tiraban las cosas.

Vino la prensa, y por último vinieron unas personas de Bonao mandadas por un hijo nuestro, nos hicieron unas oraciones, nos bendijeron y nos aseguraron que podíamos perder el cuidado que ya nada iba a pasar que eran dos espíritus que estaban ambulantes pero ya se habían ido. Desde ese día todo esta en
calma”.

Y así mismo era, todo estaba en calma y muy natural. Los señores nos recibieron con mucha amabilidad y como todas las personas de nuestra generación y un poco más allá nos trataron con mucha educación, amabilidad y sencillez. Sencillamente me encantaron y más cuando resultó que conocían a mis padres, especialmente a mi papá al cual yo no conocí por haber muerto estando yo muy pequeña.

Don Alfredo y Doña Marina agradecen a tanta personas que se preocuparon por ellos y esa inesperada y singular situación especialmente a todos aquellos que con sus rezos y oraciones trataron de eliminar el fenómeno.

Gracias a Don Alfredo y Doña Marina por su gran hospitalidad y rogamos al Todo Poderoso para que todo siga bien en su casa.