Alerta! Río Las Cuevas Amenaza de Nuevo

Por Máximo de la Rosa

Padre Las Casas.- Cuando sonó la sirena de los bomberos el pueblo se despertó pensando que se trataba de un incendio, hasta que el fuerte olor a lodo terminó de despertar a los somnolientos
limeños y se armó el corredero. La gente comenzó a prepararse para salir de las casas y refugiarse en la parte alta de la población, mientras los organismos de socorro se movían de un lado a otro,
despertando a los que no se daban cuenta de lo que pasaba y ofreciéndose a llevar a lugar seguro a los que estaban listos para hacerlo.

La alarma se produjo alrededor de las 3 de la mañana y a las 4:30 a.m. sonó la sirena. Los residente de la parte baja, Lima sobre todo, salieron a la calle listos para ponerse en movimiento y los de la parte alta corrieron solidarios a ofrecer su casa, su vehículo y su apoyo a los familiares y amigos que estuvieran dispuestos a dejar esas zonas vulnerables, donde el ruido del río y el olor a lodo daba la impresión de una entrada inminente del revoltoso LAS CUEVAS.

Numerosos curiosos desafiaban el peligro para acercarse y ver de cerca las enfurecidas aguas del
río, que hizo daño en la cerca conocida como el aserradero viejo de Los Indios y en la finca de
Máximo Segura, situada al oeste de Sur Futuro, donde está la antena de Codetel. Los que conocen la zona podrán imaginarse lo cerca que estuvimos y el motivo de la alarma de los que viven en la parte baja de la población.

Las eventualidades que puedan suceder a partir de ahora, trataremos de hacérselas conocer para que todos estén debidamente informados. Es bueno que se sepa que en Padre Las Casas no ha llovido mucho; la crecida del río se debe a las fuertes y constantes precipitaciones ocurridas la
tarde y noche de este martes en la Cordillera Central, que es donde nace éste y otros ríos del sur.

Pedimos disculpas por la calidad de las imágenes, pero fueron tomas de madrugada, sin luz y
en condiciones precarias. De todos modos, el resto queda a la imaginación de los que conocen
el río nuestro, que en estos momentos ocupa prácticamente todo el cauce que “le pertenece”
cambiando de rumbo caprichosamente y haciendo impredecible la ruta que finalmente va a
seguir.