viernes, 2 de septiembre de 2011

El Drama del Río Las Cuevas ¿¡Hasta Cuándo!?

Por Máximo de la Rosa

Padre Las Casas.- Las crecidas de los ríos en todas partes causan daños y trastornos a la cotidianidad de las personas que viven cerca de sus zonas de influencia, pero se ha dicho siempre
que “dolor ajeno no quita el sueño” y aunque no queremos decir que nos da lo mismo lo que pasan nuestros hermanos de San Cristóbal, San José de Ocoa, Baní y otros pueblos del país, son las travesuras del Río Las Cuevas las que nos afectan directamente, las que nos quitan el sueño, las que nos hace sentir impotentes y gritar “¡hasta cuándo!”.

El sitio conocido como El Badén es el único lugar por donde se cruza el río Las Cuevas para
comunicar a Padre Las Casas con el municipio de Guayabal, los Distrito de Las Lagunas, La Siembra y más de 20 comunidades de la zona alta, en la ladera sur de la Cordillera Central. Cruzarlo es tarea de héroes, de guapos, porque el único transporte disponible es el “mulo concho” o “caballo concho”, que ofrecen unos expertos al módico precio de $100. Y tú corres el riesgo de que se caiga el animal y te des tremendo chapuzón, tremendo susto y te llegues a tomar dos o tres tragos de agua achocolatada.

Solo hay que estar presente un par de horas en el famoso badén para darse cuenta del drama
que vive la gente que, por alguna necesidad, tiene que cruzar el río. Este miércoles 31 nos tocó.
Teníamos que ir a Las Lagunas para apoyar en su dolor a la familia Galván-Veloz. Ya nos habían contado algo de la odisea que se vive en el paso del río, pero ahí vamos.

En una destartalada camioneta llegamos al badén. La oferta de cruzarnos. Me tocó un caballito
que parece era el más pequeño de toda la “flotilla” (por lo menos eso fue lo que nos pareció),
me montaron y cerré los ojos, solo oí que alguien dijo “agárrese bien profesor”; llegó tarde la
sugerencia porque ya me había aferrado a la crin del pobre animal y pensé como en el Titanic “si
te tiras, me tiro”. Desperté cuando escuché el coro de los que han hecho de esta tragedia un modo de entretenimiento y entonces supe que llegué al otro lado. Miré hacia atrás y sentí terror de saber que había que repetir “la hazaña” cuando volviera de regreso.

El mejor aplauso, la más grande algarabía se los ganó el camión de Rafael (Papo) de los Santos, quien se atrevió a desafiar el peligro y decidió ser el primero en cruzar al otro lado y lo consiguió, siendo ovacionado como todo un héroe. Los copilotos Leandro y Fellé sonreían satisfechos por el éxito de la aventurilla de la que eran cómplices.

Parecería que estamos haciendo broma con una cosa que es seria, pero se dice que “a mal tiempo
buena cara” y no tiene nada de malo que le ´pongamos humor a una calamidad que no se resuelve si nos ponemos a llorar. Las autoridades, sin embargo están muy preocupadas, porque el daño producido por el río en este único paso amerita una intervención inmediata, duradera, definitiva y para ello se necesita una cuantiosa inversión de dinero, que el gobierno dominicano, tarde o temprano, tendrá que hacer y la tienen más que merecida las comunidades que ahora están aisladas y desesperadas porque hasta los alimentos comienzan a escasear.

La empresa MALESPIN está ofreciendo un transporte alternativo, cruzando la gente en el cubo
de una pala mecánica. En esta “máquina” suben motores, sacos de pan, cilindros de gas y todo
lo que le gente quiera pasar y no cobran por ello. Esa fue nuestra suerte, no tuvimos que volver
a montarnos en el caballito. Los hábiles empresarios del transporte muscular se quejan de la
competencia que les hace la pala, pero lo aceptan porque están conscientes de que no todos
pueden pagar $200. Pesos para cruzar el río en ambas direcciones.

Quisimos saber cuánto gana un “pasador de río” cada día y Pedrito, mostrando una sonrisa de
satisfacción dijo que “cuando la cosa está buena mil quinientos y dos mil”, y nos pusimos a sacar cuentas, en quince días pueden llegar a $30 mil o $20 mil pesos que, en éstos tiempos de crisis no están nada mal, teniendo en cuenta que la inversión consiste en un paquete de yerba para el pobre animal y el riesgo de ser arrastrados por el río que deben pasar a pies para “no cargar demasiado al animal y para que el pasajero vaya más cómodo”.

Mientras tanto, como parece que esto va para largo, ya se establecieron los vendedores: frituras, helados, pan, agua en funditas y botellas, y lo más original, fundas (bolsas) plásticas, “para que no se le mojen sus cosas”. De ambos lados están los que van a curiosear; a reírse de los que se caen sin consecuencias y otros ayudan a cruzar personas enfermas. En fin, cada quien la pasa como mejor le parece. Mientras Las Cuevas, se enseñorea y sigue su agitado curso.



















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