lunes, 17 de junio de 2013

Los secretos de cultivar la paciencia

Qué es y no es, en qué situaciones es bueno aplicarla y cuando decidir no tener paciencia?

“Tienes que ser paciente en la vida”, es el consejo de la abuela que le da a su nieto inquieto que lo quiere todo ¡ya!.

Sus palabras hablan también de tolerancia, respeto,estabilidad y equilibrio. Sin embargo, la paciencia es una virtud muy poco valorada en la sociedad actual, donde ha sido destronada por la velocidad y la acción.

Es que al parecer, el ser calmado y reflexivo se asocia malamente a ineficiencia, falta de compromiso y hasta carencia de valor.

Suena a un descalabro, pero la modernidad ha hecho que el perseverar sin importar la fatiga estén fuera de contexto. Más aún si nadie te enseña a serlo.

“Se nos presiona para correr, se nos enseña a ser el primero, ganarle al de al lado. Entonces, si te tomas las cosas con paciencia no sirves y serás dejado fuera porque hoy la paciencia y la eficiencia se ven como contradictorias”, afirma el psicólogo Rodrigo de la Hoz, del Centro de Atención Psicológica Reverie.

Dice que ser paciente no significa ser lento, ni tampoco ineficiente, si no que se trata de dedicarle toda la atención a lo que estás haciendo y todas las energías, logrando así entregar lo mejor en cada actividad.

De ahí, que hoy en día resulte esquivo cultivar la paciencia como una virtud a trabajar y desarrollar.

Qué es y no es

“La paciencia es aquella capacidad del ser humano para mantener la calma y tranquilidad frente a situaciones adversas”, declara el psicólogo. Esta postura, dice, también está relacionada con la tolerancia, estabilidad, equilibrio, pero sobre todo con no dejarse llevar por los deseos más inmediatos.

Comenta que cuando la paciencia permanece en forma estable frente al devenir de la vida, se puede afirmar que es una característica de la personalidad aunque también puede entenderse como una actitud frente a determinadas situaciones.

Ahora eso sí, habrá que tener cuidado en no por ser paciente tender a la frustración. “La paciencia es un rasgo permanente que se puede ir potenciando junto con la madurez, en cambio la frustración es algo más pasajero y que genera una respuesta emocional producto del incumplimiento de las expectativas, objetivos y deseos”, diferencia.

Es que claro, ejemplifica Rodrigo de la Hoz, se produce frustración por no ganar el partido después de haberse preparado tanto, porque nuestra pareja no dijo o hizo lo que esperábamos o por no encontrar el sabor del helado que tanto nos gusta. Todas son situaciones que de paso, pueden desencadenar emociones negativas como ira o tristeza.

Aprender a ser sabio

“La paciencia podría ser considerada como terreno fértil para desarrollar la sabiduría”, sostiene el psicólogo. Debe ser cierto, porque no se ha visto a ningún sabio impaciente, enojado ni frustrado porque las cosas no le resultan. ¿O, sí?

Las claves se pueden desentrañar al analizar cómo actúan los reyes de la paciencia que conoces tales como el Dalai Lama. Ellos y ellas se dan tiempo para abordar la vida de distintas perspectivas y pareciera, que de esa forma, observan los sucesos con mayor entendimiento y sus conclusiones son evidentemente tomadas con conocimiento y sensatez.

¿En qué situaciones es bueno aplicarla?

En todas, anima de la Hoz con estudios en la Universidad Católica y la Universidad de Heidelberg, porque al enfrentar con paciencia cualquier momento se lleva consigo una sensación de bienestar, de tranquilidad, de satisfacción, de estar actuando en equilibrio y comunión con los demás y con uno mismo. Es más, consigna que es recomendable actuar con paciencia cada vez que las condiciones lo permitan.

¿Cuándo decidir no tener paciencia?
Depende, porque hay veces que serlo puede traer consecuencias adversas. El especialista, aconseja dejarla de lado cuando sentimos que el actuar con paciencia empieza a producir un daño, sufrimiento o incluso, cuando interfiere en el desarrollo habitual de las actividades.

“Esa es quizás una señal que ya nos advierte hasta donde llegar y en pensar donde poner ciertos límites. Se debe tratar de buscar un punto de equilibrio entre el actuar con paciencia, tolerancia y sabiduría versus no sentirse desprotegido, amenazado o poniendo en juego nuestra integridad”, anota.

De todas maneras, la recomendación es a detenerse de vez en cuando y observar qué sucede con nuestra paciencia y darnos cuenta hasta dónde queremos llegar. Al hacerlo, se puede “mantener un estado de mayor tranquilidad y equilibrio, disminuyendo a su vez síntomas de ansiedad, angustia, sufrimiento y estrés”.

Pero, además, sintetiza Rodrigo de la Hoz, permite desarrollarnos internamente a través de una mayor comprensión y entendimiento de nosotros mismos, aportándonos sabiduría.

El gran secreto de la paciencia es, por lo tanto, que ayudará a establecer relaciones interpersonales más saludables, aceptar a los demás tal y como son, y comprender que las cosas no dependen solo de uno. 


Fuente. elnuevodia.com

1 Deja un mensaje:

Tania Pêrez dijo...

Muy buen artículo, coloquen uno diario es interesante leer esto.

Publicar un comentario

Secciones

  • A las Madres
    • A los Padres
      • Jovenes Meritorios
      • Un Artista Nuestro
      • Estampas de mi Pueblo
      • Nuestra Historia
      • Personajes Destacados
      • Personajes Folklóricos
      • Ricón Poético
      • Eventos
      • Anuncios
      • Galería