Entrevistas a Sobrevivietes del Ciclón David

Por Franklyn Vicente
Continuación del relato del Ciclón David y su impacto en Ocoa de Padre Las Casas

ALEXIS RAMIREZ Y SIMON ADAMES RAMIREZ
El miércoles 10 del mes de julio, del año en curso, me senté en la humilde vivienda de los señores Simón Adames y Alexis Ramírez, ubicada en la calle Las Mercedes en la comunidad de Villa Ocoa Viejo, ambos muy serviciales y dispuestos a narrarme todo cuanto recuerdan del triste acontecimiento.

Ambos me expresaron, que aproximadamente a la 4:00p.m ya estaba lloviznando, las lluvias fuertes iniciaron a partir de 9:00 p.m., intensificándose a partir de la media noche.

Ambos recuerdan este fatídico evento con mucha tristeza, expresando que: “Entraba por todas partes, en mi recuerdo quedó el rugir del viento, la fuerza del huracán voló planchas de zinc, árboles, y a pocas horas del paso de David, aún me suena el discurso del presidente Antonio Guzmán llamando a la unión de todos los dominicanos".

Ellos me citarón el nombre de algunas personas fallecidas en la comunidad, pero porentender que coinciden con las suministradas por don Ernesto Ramírez (José Pascual), los hemos omitido, para no cansar al lector.

Me expresa el señor Simón Ramírez, quien está en la foto, que aun recuerda cómo estaban las calles inundadas, y que luchando contra las aguas tenebrosas se trasladaron a la CONCHA, específicamente a un almacén que tenía el fallecido empresario y político don Jesús María Paniagua, el cual era utilizado como almacén para guardar embases para leche.

David destruyó todo a su paso, arrasó con todo cuanto había en el FONDO (parte baja de Villa Ocoa Viejo donde ocurrieron todos los hechos narrados aquí), casas, negocios, escuela, iglesia, en conclusión no dejó más que miseria, muerte y para algunos y algunas, trastornos síquicos insuperables.

El señor Alexis me dijo que aun recuerda dos personas que salvaron sus vidas milagrosamente, el señor Francisco, quien era minusválido y se aferró al caballete de su vivienda, así como el señor Carlos Romeo Méndez (Yeco), quien se mantuvo aferrado al techo de la escuela, ambos fallecidos.




JOSE DEL CARMEN SANCHEZ (CHICHO)
El martes 9 de julio hice una visita a la humilde vivienda del señor José del Carmen, en la misma estuvimos varias horas dialogando acerca de este triste hecho histórico.

Don José, de manera espontánea inició la conversación, expresándome que el 31 de Agosto de 1979, es un día que está gravado de manera imborrable en la memoria de cada habitante de la comunidad de Villa Ocoa Viejo. Ya a las 7:00 p.m el ciclón estaba azotando el poblado.

Me cuenta Chicho, como lo conocen en la comunidad de Villa Ocoa Viejo, que para agosto de 1979, vivía en la misma casa que actualmente reside, en la calle La Altagracia No. 81, el mismo me expone que a las 11:00 p.m. de la noche el río estaba arrastrando todo cuanto estaba a su paso.

Nos narra Chicho con la voz triste del recuerdo: “En cuanto sentí un momento de calma, trasladé mi familia a otra casa, por considerar que por la intensidad del fenómeno podía lanzar escombros hacia la vivienda en la que vivía, momentos más tarde cuando creí oportuno me dirigí con mi familia al albergue localizado en los terrenos de La Concha, antigua lechería de don Jesús María Paniagua, proceso éste que hice con sumo cuidado, ya que mi esposa estaba embarazada y teníamos dos niñas. Después de dejarlas en el albergue, me uní a la brigada de salvación y tuve la oportunidad de ver tal desastre, recuerdo con mucha tristeza cómo el río desvió los escombros por el poblado, evitando que el río siguiera su curso normal, por tal razón el agua se devolvió, tumbando postes de luz, casa, arrastrando gentes, ya para las 12:00 p.m. el río había destruido el poblado”.

“Recuerdo que después de la intensidad del huracán se calmó todo por unos 15 minutos, de los cuales recuerdo la oscuridad que reinaba y los gritos de la gente. Ayudé a muchas personas a refugiarse en casa de doña Pilar Vicente (abuela de Chicho), vi llegar hombres y mujeres desnudas que había perdido todo cuanto poseían. En la madrugada iniciamos la búsqueda de sobrevivientes y de los cadáveres que estaban a nuestro alcance, lo fuimos trasladando a donde Bernardo Adames, mientras en la parte frontal iban cavando una fosa para darle cristiana sepultura, recuerdo que eran de 16 a 19, pero de ahí no pasa dicha cantidad”.

“Al día siguiente, 1 de septiembre de 1979, con ayuda de Demóstenes Félix (Cucho Félix), político y ex militar combatiente en la Guerra de Abril de 1965, quien se encargó del transporte de los alimentos, nos trasladamos al puente de la comunidad de Los Toros, donde estaban unos camiones grandes que conocíamos como Catarei, cargados de alimentos, luego de cargar nuestros camiones, regresamos al pueblo, con 6 camiones cargados de alimentos, se nos entregó una parte y el resto fue trasladado al pueblo”.

“Días después llegó un equipo de americanos para animar a los sobrevivientes, quienes se denominaron, equipo de animadores, cuya función era hacer cuentos e historias para despejar la mente de los sobrevivientes. Semanas después se inició la construcción de los barracones, hacia donde se trasladaron las personas que habían perdido sus casas y ajuares, para posteriormente ser reubicados en Villa Ocoa Nuevo, barrio construido para los damnificados, el mismo fue iniciado con urgencia, siendo inaugurado por el presidente Don Antonio Guzmán, en persona”.

El señor José del Carmen Sánchez (Chicho) me citó las personas que se ahogaron, los mismos coinciden con los suministrados por Ernesto Ramírez (José Pascual), por tanto he obviado dichos datos. Me narra Don José del Carmen, que estas ayudas continuaron casi por un año, recuerda que los alimentos eran elaborados en casa de Tagó Vicente y Bartolo Adames, donde se cocinaban los mismos.

Después de un largo tiempo recibiendo las ayudas, éstas finalizaron, obligando a los sobrevivientes a buscar la forma más correcta para sobrevivir, dijo el señor Chicho que lo último que recibieron fueron unas cajas de hierro, los damnificados albergaban la esperanza de que fueran alimentos, para sorpresa de los mismos eran picos, palas y martillos.

“Como miembro de la brigada recibí un cheque de tres pesos, de parte del Gobierno Dominicano, de ahí en adelante me dedique a buscar la forma de obtener el sustento de mi familia”, concluyó el señor Chicho.

MELIDA VARGAS
Me cuenta doña Mélida, que este huracán, no solo destruyó su casita, sino que la destruyó por dentro, debido a que le arrancó la vida a dos de sus hijos.
Narra despacio y llena de pesar, doña Mélida, que a partir de las 8:00 p.m iniciaron las lluvias y tiempo más tarde, en un lapso de 15 minutos el mundo se le vino abajo. Expone que pasó el ciclón en casa de doña Carmela Ramírez, quien fue arrastrada por el río y hallada tiempo después dentro de una vivienda ahogada.

Haciendo gesticulaciones con sus brazos me expresa que luchó contra el huracán levantando a dos de sus hijos, Bernardo Comas Vargas y Manuel del Jesús, ambos sobrevivientes y actualmente residen el primero en Villa Ocoa Nuevo y el segundo en Santo Domingo.

Con mucha tristeza y cabizbaja me dijo: "Me sentía sin fuerza y le recé a la Virgen que me salvara con mis hijos y al instante sentí que una mecedora cerró la puerta y el agua dejó de entrar, por tanto di gracias a Dios, por escuchar mi suplicas”.

Sigue diciendo doña Mélida: “Tiempo después, escuchaba el sonido de las gallinas, buscando como salvarse, en cuanto pude trate de comunicarme con mis vecinos y desesperada llamaba a mi esposo, Laureano Comas (Lalo) y a mis hijos, sin poderlos hallar.

Luego de la calma salí a buscar a mi familia y a preguntar por mis hijos, haciendo un recorrido por las calles preguntando sin descanso y nadie me contestaba, todos sumidos en llantos. Cuando al fin estaba junto a mi esposo, pregunté por Valentina y Jordi, pero lamentablemente nadie supo responderme, más que con un eterno silencio y sentí que estaba muerta en mis adentros”.

“Al otro día, 1 de Septiembre, me trasladaron al Liceo José Francisco Bobadilla, tiempo después a los barracones y todo ese proceso sentía como una muerta viviente, sin deseos ni fuerzas para vivir, solo pensando en mis hijos. Recibíamos raciones alimenticias y después de casi un año nos dieron una casita en Villa Ocoa Nuevo (Los Suburbios)”.

Nota: Desde niño siempre me impresionaron la historia del padre que con su familia intentó cruzar el puente en una camioneta y la del señor minusválido que se aferró a la vida contra la muerte. Este artículo es un homenaje para todos los que fallecieron en esta tragedia porque como decía el Prof. Juan Bosch: “Nadie muere de verdad si queda alguien que recuerde su memoria”.