martes, 5 de enero de 2016

Corrupción y Sancion


Por Manuel Hernandez

La corrupción es un cáncer que afecta todo el tejido social dominicano. Poco se ganaría con tomar medidas a medias tintas, llegó la hora de la amputación.

Hoy se pueden buscar individualidades en la lucha contra la corrupción, porque casi todas las instituciones han doblado sus rodillas ante el oro corruptor.Pero se está a tiempo de salvar la conciencia de la Patria. La parte insobornable de la sociedad tiene que tomar el mando, buscar soluciones sociales a los males de la corrupción, y no pensar en el lado individual de que no importa lo que hagan los demás, si usted es serio y responsable.

Prácticamente todos los estamentos sociales dominicanos están permeados por algún tipo de corrupción. Nadie se salva ni nadie está a salvo. Pero es hora de actuar. La inmunidad y la impunidad son dos caras que hay que borrar del escenario. Al que se le compruebe un acto de dolo, debe ser llevado a la justicia para que se le juzgue de acuerdo a la comisión del delito.

Sin embargo, somos contrarios al llamado delito de opinión pública. Cualquier chusco sin pruebas y con malas intenciones lanza en una esquina frases provocadoras contra una persona, y sin probar su culpabilidad o inocencia es echado a los tiburones. Para que haya credibilidad en la lucha anticorrupción, debe aplicarse la justicia en forma imparcial e independiente.

Sin cambios sociales, sin nuevos parámetros de la forma de conducción del país, es difícil, prácticamente imposible, que se pueda adelantar una lucha amplia contra la corrupción. No sólo es perseguir los males en el sector público, sino también en el privado y en las conductas personales de los individuos.

A los políticos se les achaca toda la ola de corrupción y no es así. Los políticos se nutren y son instrumentos de los corruptores. Un político es un ave de paso, entra y desaparece al escenario nacional y luego se esfuma. Los empresarios siempre están, ayer, hoy y mañana serán los capitanes del barco.

La corrupción también va ligada a la falta de oportunidad social que hay en el país. Se piensa en el cargo público, o la posición empresarial, para hacerse rico de la noche a la mañana. Nadie piensa en el trabajo remunerador y esforzado para conseguir beneficios medios, sino en dar el salto a la fortuna.

Hay que cambiar mentalidades, y para ello hay que trabajar con las nuevas generaciones. Desde pequeño hay que insuflar el deber, la responsabilidad, la honradez, el amor a la patria, el bienestar colectivo. Hay una generación en que muchos de sus representantes están marcados, por lo cual con ellos es poco lo que se puede lograr. Son las nuevas generaciones las que tendrán sobre sus hombros hacer los cambios necesarios, o seguir sumergidos en el mismo fango putrefacto.

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Anónimo dijo...

No conozco (aunque me gustaría) conocer a D. Manuel Hernández, para felicitarlo por este gran artículo como verdadero.Aunque yo no soy dominicano, voy dos otres veces al año a ese maravilloso P. Las Casas y me encantaría conocerlo. Este artículo es tan condundente como verdadero y ya es hora de que alguien vaya abriendo el camino verdadero que nos vaya llevando a un destino mejor. Muchas felicidades Sr. Hernández.

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